miércoles, 19 de mayo de 2010

martes, 18 de mayo de 2010

" LA IMPRENTA"


¿QUÉ ES LA IMPRENTA? Y ¿QUIÉN LA INVENTO?


Arte de reproducir en un papel u otra materia, por medio de presión, una plancha o unos caracteres impregnados de tinta.

La invención de la imprenta, que no es europea, sino china, se remonta al año 960, durante el periodo de los Song (960 - 1279), en que se usaron en China tipos móviles de madera, uso que se extendió a Turquestán en 1280. El caso es que la Europa Central de principios del Renacimiento ya conocía el invento.

Aunque siempre se piensa en Maguncia como la cuna de la imprenta, parece ser que son los Países Bajos su más serio competidor, pues se imprimió allí con tipos móviles antes que en la ciudad alemana, y consta que es la única nación europea a la que los alemanes no llevaron la imprenta.


Puede sacarse así la conclusión de que en Europa se estaba trabajando y buscando una técnica que hiciera posible la producción de libros a partir de un molde constituido por letras sueltas, en lugar de manuscribirlo o estamparlo en un bloque de madera grabada.


Parece ser que fueron naipes las primeras obras que se produjeron, a la vez que imágenes de santos, ya que en el Museo de Bruselas se conserva una xilografía de 1418, que representa a la Virgen rodeada de cuatro santos que es la más antigua que se conoce.


Por esta fecha se empezaron a grabar planchas con textos en letras góticas, a imitación de los códices de aquella época, como Donatos, Ars Moriendi, Biblia Pauperum, y otros.


El trabajo y el tiempo que invertían en grabar estas planchas fueron sin duda lo que indujo a buscar un medio de lograrlas con más facilidad y rapidez. Pero la verdadera invención se atribuye hoy casi sin dudas a Johannes Gutemberg, cuyo mérito fue el de fundir letras sueltas y adaptar una prensa de uvas renana para la impresión de pliegos de papel, que es lo que constituyó la imprenta primitiva (1440); le sigue en importancia Peter Schöffer, que fue quien concibió los punzones para hacer las matrices y fundirlas en serie, y finalmente, Johan Fust, que aportó el capital para llevar a buen término la genial empresa.


En 1454 se publicaron las bulas de indulgencia encargadas por el papa Nicolás V para allegar fondos destinados a sufragar los gastos que ocasionaban las Cruzadas para liberar de la dominación turca los Santos Lugares, de estas bulas se conserva un solo ejemplar en la Biblioteca de Munich.


Existen también dos ediciones de la Biblia: la primera llamada "de 42 líneas", que se empieza a componer en el taller de Gutemberg en 1452 y es la única obra que se le atribuye con seguridad, y la segunda la "de 36 líneas" del año 1459, y hay opiniones de que con anterioridad a ellas se imprimió el Misal de Constanza, catalogado como "el libro tipográfico más antiguo que se conoce", que parece ser de 1450, o incluso antes. Desde luego, en esta obra parece que se hallan defectos de composición de los que adolecen las citadas Biblias, y que hay quien le considera como una primera impresión experimental.






En 1457 se termina de imprimir el Salterio de Maguncia, obra importantísima en la historia del libro y de la imprenta pues es la primera obra impresa que indica el año de publicación y el lugar de impresión, que lleve marca de impresor y colofón, ilustraciones, impresión a más de un color, la primera que pasó directamente del impresor al encuadernador, sin pasar antes por los ilustradores, y finalmente, la primera que contiene una errata (que sería corregida en la edición de 1459): en el colofón dice Spalmor(um) en lugar de Psalmor(um).


Por lo que se refiere a España, la primera imprenta la instala Johann Parix en 1472 en Aguilafuente (Segovia), donde imprime un Sinodal en tipos romanos, primer libro español de que se tiene noticia.


En América, el primer país que cuenta con imprenta es México (1539), pero al resto del continente llega en los siguientes siglos, con gran retraso, debido a la oposición de las metrópolis que preferían enviar libros impresos antes que permitir que se imprimieran allí.

Gutenberg fue un impresor alemán que nació en Maguncia (1397) y falleció en 1468. Su verdadero nombre era Johannes Gensfleisch.

Fue el inventor de la imprenta y de una tinta que permitía la impresión del papel por las dos caras.


A partir de 1438 comenzó a investigar sobre una técnica de impresión basada en el empleo de caracteres móviles. Se cree que la invención de la tipografía tuvo lugar hacia 1440. Ese mismo año se asoció con Johann Fust para impulsar la impresión de libros mediante la nueva técnica de tipos sueltos que pudieran combinarse a voluntad del impresor.


Se sabe que en 1440 pertenecía al gremio de los plateros y batidores de oro de Estrasburgo y que por esta época hizo pruebas de textos e ilustraciones sobre láminas de metal, sistema que ya era usado por otros .


En 1447 se asoció con Peter Schöffer, a quién había enseñado su técnica, e imprimió el Mainzer Psalterium (salterio maguntino), estampado con capitales a dos tintas.


En 1465, falto de recursos económicos, se acogió a la protección del arzobispo de Maguncia, Adolfo II de Nassau, quién le concedió un título de nobleza y le permitió vivir en su residencia de Eltwil. Falleció en 1468, como ya ha mencionado anteriormente.


Entre los libros que se le atribuyen a la impresión de Gutenberg, el más célebre es la Biblia llamada cuarenta y dos líneas (1455), por el número de líneas de que consta cada una da las dobles columnas. La guillotina sirve para cortar limpiamente las hojas.



El inventor de esta máquina fue Johanes Gutenberg en el año 1430.





la imprenta ocasionó cambios en la forma de conocer



Los modos de formación de los conocimientos se han ido transformando a través de la historia del hombre, y esos cambios han coincidido con el surgimiento de nuevas tecnologías. Raffaele Simone denomina Fases a estas grandes transformaciones en las formas de aprender, y advierte que hay formas de saber que estamos perdiendo, afectando de esa manera nuestra identidad y tradición.



Así como la Primera Fase coincidió con el invento de la escritura, la Segunda Fase comenzó veinte siglos después con el invento de la imprenta, la cual hizo del libro, hasta entonces carísimo e irreproducible, un bien de bajo precio y casi popular, que permitía a un público vastísimo el acercamiento a textos que hasta entonces sólo podía oír contar oralmente. El libro ha sido durante muchos siglos, y sigue siéndolo, una especie de símbolo del conocimiento y de la cultura.



A pesar de sus aparentes diferencias, estas dos grandes Fases tienen un aspecto en común. Las transformaciones que conllevaron influyeron en las dos caras de una misma operación: escribir y leer. Gracias al libro, se tiene la impresión de que los conocimientos están más a salvo, que la conservación y transmisión del saber no es un problema.



El texto electrónico versus el libro impreso



"El libro ya no ejerce más el poder que ha sido suyo, ya no es más el amo de nuestros razonamientos o de nuestros sentimientos frente a los nuevos medios de información y comunicación de los que a partir de ahora disponemos". Esta observación pertenece al historiador del libro Henri-Jean Martin.



En un reciente artículo, Roger Chartier indica que la aparición del texto electrónico no trajo aparejados solamente cambios de orden técnico sino que implica modificaciones sustanciales en las formas de leer. Al mismo tiempo, dice el autor, es imperativo que las bibliotecas se ocupen de preservar los libros, ese patrimonio capital de la humanidad.



Disociados de los soportes en los que tenemos la costumbre de encontrarlos , los textos (el libro, el diario, el periódico) estarían, de ahora en adelante, consagrados a una existencia electrónica: compuestos en el ordenador llegarán a un lector que los aprehenderá en una pantalla. Las modalidades de producción, de transmisión y de recepción de lo escrito han soportado una la transformación radical y hasta revolucionaria.



Esta revolución es para algunos mayor que la de Gutenberg, que transformó a mediados del siglo XV la técnica de reproducción de los textos y de la producción de los libros. La invención de la imprenta no modificó las estructuras esenciales del libro. El libro impreso fue el heredero directo del libro manuscrito por la organización en cuadernos, por la sucesión de sus páginas, por la jerarquía de los formatos. Con la pantalla sustituyendo al códice, el cambio es mucho más radical ya que son los modos de organización, de estructuración y de consulta de lo escrito que se encuentran modificados.



En consecuencia, la revolución del texto electrónico no es solamente una revolución técnica sino también una revolución de la lectura. Leer sobre la pantalla del ordenador no es leer en un códice manuscrito o impreso. la representación electrónica de los textos modifica, en efecto, totalmente su condición: sustituye la materialidad del libro con la inmaterialidad de textos sin lugar propio; opone a las relaciones de contigüidad establecidas en el objeto impreso la libre composición de fragmentos manipulables indefinidamente; a la aprehensión inmediata de la obra, hecha visible por el libro que la contiene, hace que le sucedan archipiélagos textuales en movimiento. Estas mutaciones ordenan, inevitablemente, imperativamente, nuevas maneras de leer, nuevos usos de lo escrito, nuevas técnicas intelectuales.



Con el texto electrónico ya no pasa lo mismo. El lector no solo puede someter los textos a múltiples operaciones (puede anotarlo, copiarlo, desmembrarlo, moverlo, etc.) sino, más aún, puede convertirse en su coautor. La distinción, muy visible en el libro impreso, entre el autor del texto y el lector del libro se borra en provecho de una realidad distinta: el lector se convierte en uno de los actores de una escritura a varias manos o, al menos, se halla en posición de constituir un nuevo texto a partir de fragmentos libremente recortados y ensamblados. Desde ahí se comprende que tal posibilidad pone en duda y en peligro todas las categorías que utilizamos para describir las obras, referidas desde el siglo XVIII a un acto creador individual y original, ya para definir la noción misma de copyright, entendida como el derecho de propiedad de un autor sobre una obra producida por su genio singular





LOS CAMBIOS DE LA IMPRENTA



Lo que hizo la imprenta y otros descubrimientos como el telescopio, la pólvora, la brújula, con la sociedad europea, fue transformarla, dándoles un nuevo contexto, logró revolucionar la vida cultural, política y social. Estos procesos científicos ocurridos en el SXVI y XVII y conjuntamente con éstos, están sucediendo hechos religiosos muy importantes, como la Reforma y la Contrarreforma. Este pasaje hacia un nuevo tipo de organización social más complejo y diferenciado conllevaba otro cambio no menos relevantes. El contraste con el orden medieval, la sociedad moderna se distingue precisamente por generar una progresiva afirmacion de la conciencia individual a expensas de la conciencaia colectiva.



UN PEQUEÑO TESTIMONIO

Para todos los que trabajamos en el sector gráfico, es emocionante ver como nuestro trabajo, pasa del ordenador a la realidad, es decir al papel, para muchos diseñadores es casi un proceso mágico, puesto que muchos no pasan de su mesa en un estudio y cuando se visita una imprenta, siempre hay como una emoción por ver la obra acabada. Actualmente y cada vez más, el diseñador no visita el taller de la imprenta, ayudado por la tecnología actual: ordenadores, internet, gestión de color, etc. el resultado cada vez es más previsible, sin llegar al 100% , pero muy cercano.

Por eso me ha impresionado, valga la redundancia, este post de José Pujol ( Público ), un colega en quehaceres gráficos en el diario de tirada nacional Público, que nos cuenta la visita a una de las rotativas en las que el diario se imprime. Si cualquier taller de imprenta es un foco de atracción para los que nos dedicamos a esto, y no estamos todo el día a pie de maquina, una rotativa es lo más, es como ir a la sala de máquinas del Titanic… por otra parte este artículo nos ayuda a valorar el trabajo en equipo ( todos los días ), la coordinación de estos y la optimización de los procesos, para conseguir que un periódico este todas las mañanas en el kiosko, listo para que lo leamos

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introducción

La imprenta es un método industrial de reproducción de textos e imágenes sobre papel o materiales similares, que consiste en aplicar una tinta, generalmente oleosa, sobre unas piezas metálicas, llamadas tipos, para transferirla al papel por presión. Aunque comenzó como un método artesanal, era un proceso muy veloz para sus tiempos.

Hasta 1450 y aun en años posteriores, los libros se difundían en copias manuscritas por escritores, muchos de los cuales eran monjes y frailes dedicados exclusivamente al rezo y a la réplica de ejemplares por encargo del propio clero o de reyes y nobles. A pesar de lo que se cree, no todos los monjes copistas sabían leer y escribir. Realizaban la función de copistas, imitadores de signos que en muchas ocasiones no entendían, lo cual era fundamental para copiar libros prohibidos que hablasen de medicina interna o de sexo[Las ilustraciones y las letras capitales eran producto decorativo y artístico del propio copista, que decoraba cada ejemplar que realizaba según su gusto o visión. Cada uno de sus trabajos podía durar hasta diez años.

La imprenta había sido inventada por los japoneses siglos, pero en la alta Edad Media se utilizaba en Europa para publicar panfletos publicitarios o políticos, etiquetas, y trabajos de pocas hojas; para ello se trabajaba el texto en hueco sobre una tablilla de madera, incluyendo los dibujos -un duro trabajo de artesanía-. Una vez confeccionada, se acoplaba a una mesa de trabajo, también de madera, y se impregnaban de tinta rosita, neon, o rojo (sólo existían esos colores). Después se aplicaba el papel y con rodillo se fijaba la tinta. El desgaste de la madera era considerable por lo que no se podían hacer muchas copias con el mismo molde. Este tipo de impresión recibe el nombre de xilografía.

Cada impresor fabricaba su propio papel, estampando una marca de agua a modo de firma de impresor. Por estas marcas de agua es por lo que se conocen sus trabajos.

Johannes Gutenberg adopto una vieja fábrica de telas como el edificio donde tuvo su imprenta. En este entorno, Gutenberg apostó a que era capaz de hacer a la vez una copia de la Biblia en menos de la mitad del tiempo de lo que tardaba en copiar una el más rápido de todos los monjes copistas del mundo musulmán y que éstas no se diferenciarían en absoluto de las manuscritas por ellos.

Pidió dinero a un prestamista judío, Juan Fust, y comenzó su reto sin ser consciente de lo que su invento iba a representar para el futuro de toda la Humanidad.

En vez de usar las habituales tablillas de madera, que se desgastaban con el uso, confeccionó moldes en madera de cada una de las letras del alfabeto y posteriormente rellenó los moldes con hierro, creando los primeros "tipos móviles". Tuvo que hacer varios modelos de las mismas letras para que coincidiesen todas entre sí: en total, más de 150 "tipos", que imitaban la escritura de un manuscrito. Había que unir una a una las letras que se sujetaban en un ingenioso soporte, mucho más rápido que el grabado en madera y considerablemente más resistente al uso.

Como plancha de impresión, amoldó una vieja prensa de vino a la que sujetó el soporte con los "tipos móviles" con un hueco para las letras capitales y los dibujos. Éstos, posteriormente, serían añadidos mediante el viejo sistema xilográfico y terminados de decorar de forma manual.

Lo que Gutenberg no calculó bien fue el tiempo que le llevaría poner en marcha su nuevo invento, por lo que antes de finalizar el trabajo se quedó sin dinero. Volvió a solicitar un nuevo crédito a Juan Fust y, ante las desconfianzas del prestamista, le ofreció formar una sociedad. Juan Fust aceptó la propuesta y delegó la vigilancia de los trabajos de Gutenberg a su sobrino, Peter Schöffer, quien se puso a trabajar codo a codo con él al tiempo que vigilaba la inversión de su tío.

Tras dos años de trabajo, Gutenberg volvió a quedarse sin dinero. Estaba cerca de acabar las 150 Biblias que se había propuesto, pero Juan Fust no quiso ampliarle el crédito y dio por vencidos los anteriores, quedándose con el negocio y poniendo al frente a su sobrino, ducho ya en las artes de la nueva impresión como socio-aprendiz de Gutenberg.

Gutenberg salió de su imprenta arruinado y se cuenta que fue acogido por el obispo de la ciudad, el único que reconoció su trabajo hasta su muerte pocos años después.

Peter Schöffer terminó el cometido que inició su maestro y las Biblias fueron vendidas rápidamente a altos cargos del clero, incluido el Vaticano, a muy buen precio. Pronto empezaron a llover encargos de nuevos trabajos. La rapidez de la ejecución fue sin duda el detonante de su expansión, puesto que antes la entrega de un solo libro podía posponerse durante años.

Actualmente, se conservan muy pocas "Biblias de Gutenberg" -o de 42 líneas- y, menos aún, completas. En España se conserva sólo una, completa.

La Biblia de Gutenberg no fue simplemente el primer libro impreso, sino que, además, fue el más perfecto. Su imagen no difiere en absoluto de un manuscrito. El mimo, el detalle y el cuidado con que fue hecho, sólo su inventor pudo habérselo otorgado.